Originariamente, los entrenadores salían de entre la gente que trabaja con los caballos, los limpiaban o montaban, llegando a tener tantos conocimientos acerca de él que sólo necesitaban experimentar formas de entrenarlos, para así completar y asumir todas las funciones. El poner a un caballo al lado de otro, ya cotejado, servía de referencia y la intuición era la guía, en la mayoría de los casos.
Estos conocimientos, base de la superioridad que tenía sobre los propietarios de los caballos que ellos cuidaban, sólo los transmitían a sus descendientes, para así garantizarles su trabajo y el de su familia.
A veces, algunos criadores de caballos, impulsados por su entusiasmo y su cariño a los animales, se hacían entrenadores, así como, por su contacto con ellos, los oficiales del ejército acababan dedicándose a este difícil oficio. No podemos olvidar a los jinetes aficionados que han adoptado esta profesión, algunos, por cierto, con gran éxito. Nos referimos a los gentelmen rider’s y las amazonas.
Más recientemente, han surgido algunas Escuelas de Entrenadores en países, como Argentina, que han contribuido a expandir una profesión que estaba, hasta entonces, limitada a gente nacida en el mundo del caballo.
Las Escuelas para Entrenadores tienen, en algunos países, cursos oficiales que pueden llegar a durar dos años, seguidos de intensas prácticas a la vera de un entrenador experimentado y responsable, que emitirá su juicio al término de ellas. Todo esto llevará a una evaluación final que permitirá obtener el título de Entrenador. Posteriormente, las autoridades hípicas oficiales, habilitarán el aprobado en el curso con una licencia, que permitirá el ejercicio público de la profesión de Entrenador de Caballos de Carreras.
Al no existir una bibliografía suficiente, sobre tan apasionante tema, que nos pudiera servir de apoyo más o menos científico, y teniendo en cuenta que la mayoría de los grandes entrenadores guardan celosamente los secretos acumulados por su experiencia, nos daremos cuenta de lo difícil que es poder adquirir esos conocimientos del arte de entrenar.
Hay algunos países en donde la experiencia previa, como mínimo dos años trabajando a las órdenes de un entrenador, es uno de los requisitos imprescindibles para optar a una licencia profesional; en otros, el hecho de pertenecer a ramas afines, como veterinarios, ex-jockeys, primeros mozos, etc., eximen de este requisito, pero no de la necesidad de pasar por un examen teórico.
Por otra parte, quiero insistir en que debemos tener los máximos conocimientos posibles acerca del caballo: su anatomía, su fisiología, su carácter, sus hábitos, sus enfermedades, lesiones, etc.; en fin, en todo aquello que nos ayude a conocerlo y así poder sacar de él el mejor provecho posible, haciendo su estancia en nuestros boxes larga y rentable y, al mismo tiempo, si tenemos suerte, que se retire por sus méritos y no por nuestros fallos.
Por lo visto hasta aquí, podemos decir que un licenciado en veterinaria puede resultar la persona idónea para acceder a esta profesión que no sólo dará una salida laboral, sino que le posibilitará realizarse profesionalmente.
Entrenamiento con Tren Bala |
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