miércoles, 2 de enero de 2013

HARAS SAN PABLO


A   CHAPOTEAR   JOVEN: 27/10/2012

La travesía más angustiosa que vivimos para llegar al que sería :
El Sitio de Ensueño: HARAS SAN PABLO
Seis a.m. y el tamborileo de la cola de Yashira contra el ropero no dejaban de sonar, incesante e insistente, con una alegría en su rostro y una mirada tierna que seduce a los corazones más severos. No importaba si la noche anterior por temas de trabajo, o por reuniones sociales uno tuvo que acostarse tarde, no, no importaba, ya había amanecido y el día se mostraba con un resplandor  que nos despejaba y nos rescataba de los brazos de Morfeo. Seis y diez de la mañana despiertos y despejados y, apresurando el paso nos dirigimos mi señora Giselle y yo, junto con nuestras mascotas Samira y Yashira al parque Tradiciones, pues como bien dice su nombre, se ha hecho una tradición familiar salir muy de mañana hasta este parque para que tanto Samira y Yashira den rienda suelta a sus esfínteres evacuaciones, y con bolsa en mano restaurar el desorden natural de las cosas. Seis con cuarenta minutos, se nos hace tarde, debemos regresar a casa y alistarnos, Giselle debería irse a la oficina y yo, en ese momento me dije: -Dios, gracias por este hermoso día, por la aventura que nos depara, por las alegrías que nos tienes guardadas.
Un fugaz desayuno que tranquilizaría un estomago ansioso y saltante por la emoción de la aventura, permitiría estar en el banco de la paciencia hasta la hora del almuerzo, que no tenía visos de hora ni tiempo. Siete de la mañana en punto y salgo raudo a tomar el metropolitano que me llevaría al punto indicado para mi recojo, programado para las siete con veinte minutos. El transporte vino rápido y rápido me llevo, siete con quince minutos y la primera llamada telefónica no se hiso esperar – Ya estoy aquí - dije – perfecto, la gente está llegando y en unos minutos más partimos – me dijeron.
Un bus Rojo seria quien nos transportaría y en contadas dos horas nos sacaría de una lima tugurizada e inundada de problemas sociales. Siete y treinta minutos, estoy en Javier Prado y las Begonias…siete y cuarenta minutos, camine hasta Javier Prado y Navarrete…y sigo esperando.
Leía con mucha atención las publicaciones del diario Todo Sport (Partidor eléctrico) y El Bocón (Más que Hípica)…seguía esperando. Dieron las ocho con cinco minutos y un mensaje previo me avisaría que ya el bus había partido y el viaje seria una realidad. Ocho y quince de la mañana, diviso a lo lejos el Bus rojo, el cual rápidamente llegaba a mi punto y, de un pie a la volada trepe al bus para no perder un minuto más. Seguimos el recorrido y recogiendo a los últimos pasajeros emprendimos la partida hacia el norte.
Dos horas más tarde nos encontrábamos en lo que sería la entrada al Haras San pablo y a través de algunas maniobras el bus se hiso dueño de la entrada, permitiéndonos ver a través de las ventanas, toda esa llanura, esas praderas verdes, rodeadas  de hermosos arboles, álamos y robles y entre todas estas pasturas, un grupo de más de veinte yeguas madres con sus crías. La aventura daba su inicio y nuestros corazones palpitaban cada vez con más emoción. Néstor Obregón, quien aprovecho el viaje no solo para departir con el suscrito, se había dejado llevar a los brazos del dios del sueño, pero cual resorte de campana, se puso en órbita y bajo al mundo de los equinos para coordinar nuestro descenso. Otro de los organizadores como Pablo Miguel Guardamino, quien se fajo toda la organización con Néstor, fue uno de los que también se dio el lujo de disfrutar del paseo junto con casi 30 personas.
Primera parada, visitar la casa principal para el uso obligado de los servicios higiénicos, mientras maravillados un grupo de visitantes, contemplaban con suma admiración, atónitos, abstractos de tantas preseas ganadas a lo largo de una vida; los muros eran mudos testigos de impresionantes oleos, todos ligados a la equina actividad, mensajes nada ocultos de una pasión y una amor por los caballos, que reflejaban en cada adorno, en cada cuadro, en cada foto que esta visita al interior de la privacidad del Haras San Pablo, era la antesala de  todo lo maravilloso que veríamos después.
La Espera de las Cuatro:  
Un árbol inmenso en medio de Tres hectáreas de terreno, rodeado de verdes pastos, un vigilante de día, un vigilante de noche, y cuatro yeguas dispuestas a traer al mundo a sus hermosos potrillos. Apenas dieran algún indicio de trabajo de parto, serian llevadas de inmediato a las áreas destinadas  para que puedan parir sin ningún inconveniente. Estas panzonas, al percatarse de nuestra presencia, levantaron sus orejas y estuvieron atentas a todo cuanto hacíamos…miraban fijamente nuestras cámaras, y seguían paso a paso nuestro camino, relinchando algunas,  emprendían la retirada hasta el otro extremo del corral. Eran las ultimas yeguas que estaban en sus últimos días. Tanto el capataz y la Dra. Stephanie debían estar a la disposición las 24 horas del día, ya que generalmente estarían pariendo en horas de la noche.

Los Hijos de la Esperanza:
Habíamos caminado casi un kilometro de distancia desde la casa principal, y habiendo pasado por el corral de las cuatro yeguas a punto de parir, atravesamos un marcado camino que nos invitaba a llegar hasta los corrales de los potrillos y potrancas de un año, quienes ya se encontraban separados, en cada potrero de casi 4 hectáreas. Fue una experiencia formidable, hombres, mujeres y niños dispersos y entreverados entre tanto potrillo curioso que se nos acercaban y nos olían, pero nada de esto hubiera sido posible si el Alfa, un alazán precioso, no se hubiera acercado a oler mi mano, ya que me encontraba con el capataz, al que reconocía fácilmente.
Del otro lado en un corral contiguo, se encontraban las potrancas, quienes guiadas por una castaña cariblanca, empezaron a danzar y a chapotear en los charcos de agua que se habían formado dentro del corral. Iban y venían conformando toda una unidad de cuerpo, al unísono, corrían y festejaban nuestra visita, de pronto se detenían y se acercaban al borde del cerco que dividía ambos corrales y terminaban danzando una vez más, cada vez con mayor intensidad, cada vez con mayor lujo, cada vez…regalándonos el amor que brota de su naturaleza, a través de un espectáculo que pocos tienen la dicha de presenciar.

Los Padres de Lujo:
La mañana avanzaba y el sol se disponía a calentar cada vez más, nuestro amigo Abel (El Capataz), nos guiaba junto a Stephanie, veríamos a los padrillos, ejemplares que por su excelente conformación, campaña y corrientes de sangre, habían sido los elegidos para llevar la bandera del Haras San Pablo. En un primer Potrero de media hectárea se encontraba el castaño Flanders Fields, caminando muy suelto y desentendido, retozando en los rayos solares que le calentaban la mañana, sin embargo apenas se percato de nuestra presencia, inicio el compas de su caminar y su relinchar, posando para el lente de la cámara y acercándose para sus respectivas zanahorias que no habíamos llevado.  Al lado derecho luego de una separación entre corrales, se encontraba la reciente adquisición del Haras San Pablo, el nada menos Man of Iron, un alazán inmenso y bien conformado, quien debutaría como padrillo en el Perú, desentendido con todos nosotros, se limito a posar y a morder los maderos del corral, mientras los flashes de las cámaras invadían su privacidad expuesta al esplendoroso sol que lo bañaba con sus rayos de luz que rebotaban en su pelaje y lo hacían brillar como toda una estrella de cine. El viaje debía continuar y fue así que llegamos hasta las instalaciones acondicionadas para la exhibición, en donde veríamos la presentación del padrillo Duarf, quien a sus 16 años sigue dando noticias importantes en la hípica peruana, con una personalidad digna de un zaino, brillando como un espejo bajo el  sol matutino. No me quitaba la mirada de encima, atento a cada fotografía que le tomaba, e inquieto  demostraba toda su gallardía, preguntándose, ¿Quién es este personaje que hasta videos me toma?. Un destape se escucho y las gaseosas no se hicieron esperar, para refrescarnos, mientras le dábamos una hojeada a los catálogos de los productos, que amablemente nos habían alcanzado, con todo el detalle de cada potrillo y cada potranca nacida en la temporada, al igual que se detallaba las grandes campañas tanto de los padrillos como de las yeguas madres. Y era el turno de un conocido nuestro , el Derby Winner del 2009, un potro castaño oscuro, que su sola presencia imponía respeto y permitía recordar todas sus hazañas en las arenas del coloso de surco, se trataba nada menos que de Koko Mambo, quien caminaba de un lado a otro, guiado por su cuidador, mirando a los niños que se le querían acercar, ¡mirando a las mamas!, que temerosas acompañaban a sus hijos, y los padres, presentes aquella mañana, no cabían de la emoción de poder estar tan cerca de un caballo que fue considerado todo un Crack del Turf Peruano. Y es que la hípica no es solo el ver correr  a los caballos y apostar por el mejor, haciendo jugadas de vale triple, de cuádruple, de enganche, de la polla o el pollon, la hípica y el hípico esta mas allá de tan mundano complemento. La hípica, es el compartir y admirar a tan casi perfecta creación; No me cansare de decirlo, 500 kilos de puro amor. La fila se hacía cada vez más larga y las fotos llovían cual aguacero de invierno en nuestra sierra, cual chaparrón de agua en nuestra selva, y sin mediar mas, me lance a fotografiarme con el más grande, con Koko Mambo.
El Principio del Fin:
Se daba inicio el fin de nuestra visita y llenos de energías abordamos el bus para que nuestro camino pudiera proseguir, esta vez a las afueras del Haras, donde encontraríamos dos potreros mas, uno de ellos con las yeguas recién preñadas, entre las cuales resaltaban Request For Wather y Rosa de Francia, siendo las más solicitadas para las fotografías de rigor, mientras nos explicaban el tiempo de preñes de cada una y por quienes habían sido servidas. Tanto Néstor Obregón quien apuraba a Pablo Guardamino el cual no dejaba de fotografiarse junto a su menor hija ni dejaba de bromear con Cesar Castilla, se resistían a salir, ni que decir de Harry, quien aprovecho el viaje junto con su esposa y su mejor hijo, quien corría de lado a lado, buscando la mejor.  Era la foto de rigor a la que debíamos asistir y así, al lado del cartel de bienvenida, todos posamos sonrientes y con mucho entusiasmo, y emprendiendo la retirada, metros antes de salir, tuvimos como última parada la visita a las yeguas madres quienes pastaban muy placidas con sus pequeñas crías, algunas de un mes, otros con apenas 2 semanas, quienes la curiosidad los llevaba hacia nosotros y nos transportaba a un mundo distinto, un mundo en el cual, no existiría ni la maldad, ni la envidia ni el odio, y es que cuando estamos rodeados de tanta creación de Dios, es como estar en el paraíso terrenal, pequeña muestra del gran amor de nuestro creador, muestra del gran amor del hombre para el hombre, que a través de estos hermosos caballos, nos dieron y nos siguen dando una lección de vida, una lección de amor por el prójimo.
Gracias a Don Eduardo Villarán por permitirnos visitar tan magnífico Haras, un pedazo de cielo en  tierras del hombre.

Por: Esteban Gagliardi Erausquin.




No hay comentarios:

Publicar un comentario